¿Qué es la tos de las perreras?
La designación de «Tos de las perreras» engloba un cuadro de signos clínicos de las vías respiratorias altas. Los principales agentes causales pueden ser de origen bacteriano, bordetella bronchiséptica, o de origen vírico, parainfluenza canina (CPiV), adenovirus canino de tipo B (CAV-2), moquillo canino (CDV) y herpes canino (CHV). Afecta sobre todo a perros jóvenes y de avanzada edad por ser más débil su sistema defensivo. Desde el punto de vista médico no se considera como enfermedad grave, pero tiene mayor coste el tratamiento que la prevención.
- Tos por esfuerzo
- Tos nerviosa
- Tos de origen cardíaco
- Cuerpos extraños en vías respiratorias
- Alergias
- Colapso traqueal
- Traqueobronquitis verminosa
¿Cuáles son los síntomas?
Su síntoma principal es una tos seca y ronca de tipo nervioso, pero que no genera una depresión importante en el perro. Finaliza en una especie de «arcada» que generalmente produce un vómito de saliva (da la impresión de que el perro tiene alojado algún objeto extraño en la garganta e intenta expulsarlo).
Esta tos puede durar varios días e incluso semanas, dependiendo del grado de complicación de la enfermedad. Generalmente el golpe de tos suele producirse después de algún estado de excitación o de un esfuerzo físico (es muy común que suceda al producirse el encuentro de la mascota con su dueño después de una separación temporal).
Otros síntomas que pueden ocurrir esporádicamente son la perdida de apetito y la consiguiente pérdida de peso así como una aparente tristeza (disminución del estado anímico). El período de incubación de la enfermedad suele ser de unos 3 ó 4 días posteriores a la exposición.
¿Cómo se contagia?
Para que se produzca el contagio es necesario que las defensas del sistema respiratorio del animal estén deterioradas. Aun tratándose de una enfermedad leve, es fácilmente contagiosa y su transmisión se produce por contacto directo o proximidad entre animales de la misma especie, siendo únicamente necesario para producirse el contagio la coexistencia en el mismo ambiente (respirando el mismo aire o bebiendo del mismo agua, por ejemplo), dado que los agentes penetran por vía aerógena viajando en las microgotas producidas en los accesos de tos y estornudos.
Por ello, un animal puede contagiarse en cualquier parte: en la calle, parques, clínicas veterinarias, residencias caninas, concursos y exposiciones, etc. Incluso es posible el contagio en el ascensor de su edificio si otro perro portador viaja antes.
¿Qué hacer para prevenir su contagio?
El primer paso a seguir para la prevención es contactar con su veterinario para que vacune a la mascota antes de contraer la Tos (recuerde que el contagio se puede producir en un simple paseo por la calle). Existen dos tipos de vacunas que inmunizan contra alguno o varios de los virus y bacteria causantes de la enfermedad:
- Vacuna subcutánea: Es menos eficaz que la intranasal y la primera vez requiere una dosis de refuerzo administrada con un intervalo de 3 a 4 semanas. Esta vacuna puede ser útil en animales conflictivos. Debe ser aplicada al menos 15 días antes de la posible exposición a la enfermedad.
- Vacuna intranasal: Se instala en ambos ollares (nariz) y es bastante más efectiva que la inyectable ya que estimula de una forma más rápida y correcta la inmunidad frente a la bacteria, actuando de manera local en el tracto respiratorio, que es la zona donde se desarrolla la enfermedad. Suele ser efectiva a las 72 horas de su implantación.
Ambas deben ser recordadas anualmente. Las vacunas no son procedimientos curativos, por lo que no deben ser aplicadas cuando los animales han contraído la enfermedad. Por lo tanto su vacuna no es efectiva al cien por cien, como ninguna, dado que los virus causantes pueden mutar de una temporada a la siguiente.
Debe saber que la vacuna polivalente NO cubre la tos al completo, esta vacuna sólo incluye la parte vírica pero NO incluye la parte bacteriana. Es por esto por lo que en Oasis hacemos hincapié en la necesidad de esta vacuna, «la específica de la tos».
Otro aspecto es evitar los cambios bruscos de temperatura (tanto en invierno como en verano), así como cuidar la alimentación del animal para mantener el sistema inmunológico y sus defensas naturales en óptimas condiciones.
¿Qué hacer en caso de contraer la enfermedad?
Ya hemos comentado que no es una enfermedad grave y, por tanto, muchos animales se curan solos sin necesidad de tratamiento. Al tratarse de una infección vírica, el cuerpo del animal tiene que combatirla con sus propias defensas, por lo que si se prescribe tratamiento no acortará la duración de la enfermedad, pero si suavizará los síntomas y evita posibles complicaciones. De todas formas, siempre es aconsejable consultar con un veterinario, para comentarle los síntomas y descartar otro tipo de enfermedad.
También debe saber que…
No se contagia a humanos aunque por su sintomatología es parecida a nuestra gripe.
Si la mascota está vacunada y contrae la enfermedad, la gravedad de sus síntomas y su duración suele ser menor. Si su mascota va a hospedarse en nuestra residencia, debe estar vacunada de ésta y de las demás enfermedades que pudiera contraer al entrar en contacto con otros perros, por su bienestar y el de las otras mascotas aquí alojadas, siendo posible que aun estando vacunado se contagie. Esto puede ocurrir con mayor posibilidad si es la primera vez que viene, dado que en esta ocasión, el perro sufre una situación de estrés que le produce una bajada general en las defensas de su organismo, posibilitando la entrada de agentes víricos y bacteriológicos. Es aconsejable que la vacunación se produzca al menos 15 días o 72 horas (dependiendo del tipo de vacuna) antes de la entrada en el centro, para posibilitar la creación de defensas en el organismo del animal. Si sufre una urgencia y tiene que dejar a su mascota de un día para otro, debe de consultar la aplicación de la vacuna con su veterinario, si el plazo de entrada es inferior a 48 horas, dado que puede producirse un efecto contrario y muy perjudicial al deseado con la vacuna, al no tener tiempo su organismo para crear los anticuerpos necesarios. En este caso, se recomienda no vacunarlo hasta los 15 ó 20 días posteriores a su salida de la residencia, para descartar el contagio que se pudiera haber producido.