Estrés

Con este documento, desde Residencia para Animales Oasis, queremos haceros llegar de una forma clara y lenguaje y sencillo lo que es el estrés en los perros, cómo y por qué y qué conductas o problemas puede generar, orientado principalmente a la estancia en residencias caninas.

Partiendo de que estrés es cualquier situación que conlleva un cambio para el perro, que le exige un esfuerzo psíquico o físico. Estas situaciones pueden ser positivas (como que nuestro perro nos vea preparar su comida o coger su juguete favorito) o negativas (nuestro perro prevé que nos vamos de casa), pero en general son generadores de cambios en su conducta. Igual que para nosotros, pueden ser metas o problemas a resolver que nos marcamos o tratamos de alcanzar o solucionar, una vez acabado, termina el estrés (ya sea positivo o negativo).

El estrés cuyo nivel tolera un perro es denominado estimulación. El umbral de estrés es el punto límite que puede tolerar un perro.

Con el estrés, en el cerebro ocurren procesos químicos que hacen que el perro se vuelva más emocional, en detrimento del aprendizaje y el razonamiento. Estos procesos químicos, básicamente, son la producción de cortisol y adrenalina provocando aumento de azúcar en sangre, aumento del ritmo cardíaco, etc. Esto deriva, según el nivel de estrés, en conductas destructivas o autolesivas, ladridos excesivos y vocalizados, etc.

Cualquier cambio en la rutina del perro puede causar estrés y ansiedad. Si el perro no anticipa el resultado de las acciones que ocurren o le resultan desagradables, éstas provocan en él una situación generadora de estrés que tratará de controlar realizando alguna actividad. Esta actividad le ayuda a liberar energía, o sea liberar estrés, y hace que se sienta mejor. Esta conducta queda aprendida para cuando vuelva a encontrarse en otra situación generadora de estrés. El problema comienza cuando no encuentra la conducta apropiada para controlar o combatir ese estrés y la actividad que realiza para ello suele ser negativa o inapropiada: ladra en exceso o vocalizando (para que su dueño conozca su ladrido y acuda en su ayuda), muerde objetos que no debe (se concentra en ello y relega a un segundo plano la situación activante de estrés), tiene temblores (actividad que genera un gasto energético), en general realiza acciones como resultado de su falta de autocontrol. Los perros con una personalidad más débil, los perros con alta necesidad de ejercicio, los perros con hiperapego a sus dueños suelen ser más propensos al estrés.

Uno de los motivos más habituales causantes de estrés es la separación de sus dueños. El hecho de que un perro anticipe una situación de separación provoca un estado de estrés que puede derivar en ansiedad por separación. El estrés influye en el sistema inmunológico, el sueño, la vigilia, el control de la temperatura corporal, la sensibilidad al dolor, y la eliminación del placer.

Signos de estrés

  • Micción y defecación en exceso
  • Vómitos y diarreas
  • Temblor
  • Sed excesiva
  • Lamerse en exceso
  • Conductas obsesivo-compulsivas
  • Ladridos constantes y vocalizaciones
  • Problemas cutáneos
  • Problemas inmunológicos
  • Jadeo rápido leve o profundo forzado
  • Falta de atención o concentración
  • Bostezos intensos
  • Hiperactividad inicial para terminar en agotamiento
  • Estiramientos musculares
  • Sacudirse como si estuvieran recién mojados
  • Automutilación
  • Dormir en exceso

En residencias

En las residencias el estrés suele ser el mayor contratiempo para alcanzar las condiciones óptimas de estancia de un perro.

Cualquiera de nosotros hemos estado alguna vez en situaciones estresantes o conocemos a alguien que la ha padecido. En estos casos tenemos asumido como algo normal la pérdida de apetito, irritaciones o sarpullidos en la piel, flojedad de vientre, etc.

El estrés provoca:

  • Deficiencia en la asimilación de los alimentos, resultando una pérdida anormal de peso.
  • Tensión psicológica y muscular, resultando un exceso de gasto energético y una pérdida anormal de peso.
  • Falta de apetito, resultando pérdida anormal de peso.
  • Temblores excesivos, sobre todo en el momento en el que el perro anticipa la separación de sus dueños hasta que ésta se produce, provocando un gasto extra de energía y por tanto disminución del peso.
  • Problemas cutáneos similares a procesos alérgicos, eccemas por exceso de lamidos en zonas como las manos, genitales, mordiscos en la cola, etc.
  • Fallos inmunológicos, resultando como normal resfriados, Tos de las perreras (incluso estando vacunado), neumonía y pulmonía (estos dos últimos en raras ocasiones).
  • Durante su estancia en la residencia y sobre todo en el momento de la llegada, es habitual que el perro micciones y defeque, aún habiéndolo hecho minutos antes.
  • Durante su estancia en la residencia es habitual la formación de eccemas en el cuerpo, así como dermatitis húmeda en el cuello por exceso de secreción salivar y en patas y manos en perros con actividades acuáticas.
  • Irritación ocular.
  • Vómitos y diarreas son muy habituales, así como el estreñimiento al cabo de unos días. Estos casos son independientes del tipo de alimentación.

Es muy importante que los dueños lleguen a la residencia con buen ánimo y alegría, ya que nuestros perros captarán nuestro estado anímico. Si notan en nosotros preocupación y tensión ellos serán portadores de ese estado anímico.

La adaptación

El nivel de estrés es menor en sitios conocidos y en situaciones con un trato familiar. Para rebajar el nivel de estrés en residencias es muy importante la adaptación del perro a la misma, que conozca el sitio y a sus trabajadores. La forma ideal para que el perro conozca y se adapte a la residencia es ir paso a paso, es decir, visitar la residencia con períodos de estancia controlados, comenzando por visitar la residencia con el perro. Continuaremos por dejar al perro durante unas horas o un día para que se vaya habituando al sitio y horarios sin compañía del dueño. Con esta primera estancia el perro aprenderá que no ha sido abandonado por su dueño, además de asumir por conocido el sitio. Las próximas visitas deberían alternar estancias de 2 ó 3 días con estancias de 1 día, con esto conseguimos una habituación a largo plazo, que siempre será más estable que las adaptaciones rápidas y cortas. Después de realizar una adaptación siguiendo estas pautas el perro no debe tener un nivel de estrés alto, más que el habitual en estos tipos de cambios sufridos por el perro. Debemos tener en cuenta la variabilidad de las necesidades de cada caso según edad, raza, carácter,etc.
Debe saber que las estancias cortas son más propensas a generar problemas derivados del estrés que las largas estancias porque el perro no tiene tiempo a adaptarse a la residencia y sus rutinas. En poco espacio de tiempo el perro abandona su hogar, su familia, cambia de ritmo diario y luego vuelve a casa con sus dueños, siendo todas estas
situaciones muy excitantes para él.

Durante la estancia

Por muy fantásticas que sean las instalaciones y el trato de una residencia siempre va a ser un causante de estrés. En las residencias hay mayor concentración de perros y, como en cualquier situación similar, deja de ser un lugar propenso para la relajación como puede ser su propio hogar. A esto debemos sumar que suele haber hembras en celo, motivo de más para que nuestro perro esté excitado si es macho. En el caso de las hembras puede crear un problema de competencia.
Hay que comentar que a los perros que ya han venido varias veces y conocen a los componentes de la residencia, y sobre todo en razas determinadas, la actividad de residencia es una actividad positiva y les sirve como desahogo y exteriorización de energía acumulada ya que, generalizando, tienen mayor actividad y contacto social que en casa. Este último punto es muy importante, la socialización, el contacto con otros de su misma especie.

A la hora de la alimentación es ideal que cada perro coma sin ser molestado por otro, mejor aún si no se ven. El que un perro vea comer a otro sin que él pueda hacerlo puede crear una situación estresante y altamente excitante (negativamente), por ello es ideal que los cachorros o perros con necesidad de alimentarse en varias tomas lo hagan en
solitario.

La primera vez que un perro llega a una residencia es muy estresante para él, excepto para un cachorro, que sólo quiere jugar y relacionarse con otros perros y humanos. Hemos de entender que para un perro es un cambio muy grande. Sale de su casa, que suele ser el sitio que mayor tranquilidad y seguridad le provoca. Se separa de sus dueños, que suelen ser el mayor objeto de apego que tienen, más aún que su propia casa. Realizan un viaje, a lo que normalmente no están acostumbrados. Nada aproximarse y entrar en la residencia se ven sorprendidos en demasía por el jaleo al que, en absoluto, están acostumbrados. Son “abandonados” en sitio que no conocen y con gente desconocida, de los que no saben sus intenciones. En los primeros días de su estancia es muy normal que coman poco e incluso no coman. Aún no conocen las rutinas de la residencia y por tanto es una situación que se les escapa de las manos (o de la boca, sería mejor decir).

Después de la estancia

Después de una estancia en residencia es muy común que un perro “castigue” a sus dueños sin hacerles caso, que se pase todo el día tumbado o durmiendo pues ha llegado el momento de descansar y relajarse, que beban en exceso, que como hemos visto anteriormente es una conducta habitual.

En el caso de los que ya conocen la residencia, a sus trabajadores, las rutinas diarias y sobre todo los que residen acompañados, suelen volver a casa cansados por el exceso de actividad, peleas a través de las vallas, juegos, etc. Se dan casos de perros de avanzada edad que vuelven con agujetas. Los problemas de tipo cutáneo o intestinales suelen desaparecer cuando el perro vuelve a casa, con la desaparición de la situación estresante.